Una niña de solo 3 años llamada Karina Chikitova, vivía en una pequeña casa en Siberia sólo con su madre.
Su padre vivía en un pueblo cercano, por lo que ella lo visitaba con frecuencia. La pequeña no tenía miedo de ir sola, pues los pueblos por esa zona del mundo suelen ser muy tranquilos, y los padres nunca tuvieron temor de que ella realizara solita el viaje acompañada solo de su perrito.
Cuando Karina cumplió 4 años, decidió ir a visitarlo, aunque esta vez no tuvo éxito porque su padre no se encontraba; por lo que Karina decidió buscarlo en los alrededores. Incluso aun sin conocer bien algunos de esos caminos, terminó perdiéndose en el bosque en el que se sumergió inconscientemente mientras estaba en busca de su padre.
Sus padres angustiados sentían una enorme culpa al no encontrarla pues se dieron cuenta de que, debido a su edad, nunca fue una buena idea dejarla ir sola en busca de su padre. Su preocupación aumentó aún más por el enorme frío que hacía durante la noche y, además, los equipos de búsqueda volvían siempre sin ninguna esperanza.
Los rescatistas auxiliaron de inmediato a la pequeña y fue llevada con sus padres, quienes no habían parado de lamentarse y sentirse culpable por ello. Ella se convirtió en una heroína y sobreviviente. Confesó que se tuvo que alimentar con bayas y las aguas del río y, su pequeño pero valiente amigo, se dedicó a ahuyentar a los osos y los lobos. Por las noches durmieron abrazados, pues el pequeño peludo le pasaba un poco de calor.
Gracias a un pequeño cachorro, su compañero de viaje involuntario, su historia tuvo un final feliz y por su valentía es que nuevamente los padres de Karina pueden volverla a abrazar. Una experiencia que sin duda alguna ha dado una gran lección. En honor a este sorprendente suceso de estos pequeños amigos, en el pueblo de Siberia se colocó la estatua de ambos.
Fuente: generacionimpacto